Saturday, September 29, 2007

LOS WAYÚU UN PUEBLO SIN FRONTERAS EN MEDIO DE DOS NACIONES.

Por:
TANIA PATIÑO

La frontera tiene una doble condición. Existe y no existe. En ciertos aspectos la frontera es un muro, en otros la frontera no es nada. Es claro como para Mile fue un inconveniente no tener su ciudadanía colombiana, sólo hasta cuando llegó a Bogotá. Esto indica que de cierta forma la frontera de Paraguachón existe más al interior del país que en el territorio mismo de la frontera.

Desde la colonización española en América los Wayúu han tenido que vivir con una frontera impuesta y ahora se ve la diferencia, pues los de un lado poseen los privilegios de vivir en un país con mayor infraestructura. Sin embargo, esto no ha determinado la ruptura de la cultura de este pueblo, ni la división del mismo en dos. La cultura Wayúu ha resultado ser más fuerte que los formalismos de las naciones. Los Wayúu son Wayúu acá o allá. No hay diferencia. Los Wayúu cuidan su territorio acá o allá y no lo dejan ni siquiera por agua o gasolina. Sólo la vida se cuida más que el territorio. Más de 500 años de resistencia dan cuenta de la fortaleza de una cultura, que no se acaba a pesar del racismo, la exclusión, la esclavitud y el robo.

Esto puede ser un indicativo de que en la realidad lo que hay es una inexistencia de la frontera física, pues a pesar de ser colombianos o venezolanos realmente son Wayúu. Desde cierta perspectiva, esto indica que la integración está en las relaciones y no en el territorio pues en este caso el territorio está dividido en dos. Esta idea concibe la posibilidad de integración entre sociedades distantes que pueden tener relaciones a pesar del espacio que las separa.

Además, la experiencia de Mile, quien definitivamente se identifica como colombiana, nos enseña cómo se construye una identidad nacional, a través de la educación principalmente. Pero concluyamos recordando que Mile más que colombiana o venezolana es Wayúu y esto es lo que cuenta cuando de por medio está una frontera.

En América Latina existen muchos pueblos indígenas, cada uno de ellos con sus especificidades y características propias. Uno muy importante es el grupo étnico Wayúu, que a lo largo de su historia ha estado ubicado en la península de La Guajira, la cual hace parte del estado de Zulia en Venezuela y del departamento de La Guajira en Colombia. La frontera entre estos dos países es bastante extensa y abarca varias regiones en territorios de ambas naciones, pero específicamente la zona de La Guajira está dividida por Paraguachón, frontera colombo-venezolana de la punta norte de Colombia. En la zona, la mayoría de la población es indígena, y, hacia el territorio de Colombia, con una precaria presencia del Estado, el pueblo más cercano es Maicao.

Las fronteras dan origen a rupturas y a vínculos, conforman una separación pero a la vez una unión. El límite puede ser invisible o hacerse tangible y ahí es donde es importante hablar de una historia real de frontera, que explique como se ve determinada o no la vida de los fronterizos por la existencia de este límite geopolítico.

Con relación a este tema, una joven Wayúu llamada Mile nos cuenta su historia. Ella expresa dos cosas importantes sobre las fronteras. Por un lado, explica que entre los Wayúu no hay fronteras: son un mismo pueblo, con una misma lengua y con una misma cultura. No obstante, la experiencia da cuenta de que la existencia de la frontera en el territorio guajiro ha marcado una diferencia en las condiciones de vida de los Wayúu ubicados en uno u otro lado de la frontera, que sin embargo no ha sido la causante del desplazamiento de un país a otro, puesto que por razones culturales los Wayúu no dejan su territorio.

La ciudad de Maracaibo en Venezuela, es la capital del estado de Zulia y está ubicada a dos horas de la frontera entre este país y Colombia por vía terrestre. Es el centro urbano de la zona y allí nació Mile hace 23 años, cuando su madre asistía a un hospital de esa ciudad para realizarse los controles de su embarazo, que tuvo ciertas complicaciones. Esta fue la razón que determinó que Mile fuera registrada en su nacimiento como venezolana. Sin embargo, el territorio guajiro habitado por Mile y su familia se ubica en Colombia. La madre de la joven había adquirido la nacionalidad del vecino país cuando se unió con el padre de Mile, Wayúu nacido en Venezuela.

Mile vivió toda su infancia en Colombia y estudió con los documentos que la acreditaban como venezolana. A su padre no le interesaba esforzarse en tramitar el origen colombiano para su hija, pues esperaba que realizara sus estudios universitarios en Venezuela. Sin embargo, cuando Mile cumplió los 12 años, su madre realizó un trámite notarial por medio del cual obtuvo el registro de su hija como colombiana nacida en Uribia, a pesar de tener documentos de nacionalidad venezolana. (Se aclara que Uribia es un municipio del territorio colombiano con una mayoría de población indígena y reconocida como la capital de los Wayúu). A raíz de esta gestión, Mile presentó las pruebas académicas del Estado colombiano como colombiana, pero en su diploma de bachiller del colegio en Maicao, donde terminó sus estudios de secundaria, figuraba con nacionalidad venezolana.

La joven Wayúu siguió los consejos de su padre y fue a Maracaibo a continuar los estudios universitarios, pero se encontró con un mundo desconocido para ella. Una ciudad que quedaba a dos horas de su país le indicaba las diferencias entre colombianos y venezolanos. Se sintió en un territorio extraño, algo excluida y este fue el motivo que la llevó a tomar la decisión de viajar a Bogotá, la capital de Colombia, ciudad ubicada aproximadamente a 19 horas por tierra de su lugar de origen. Más de 1500 kilómetros de distancia entre esta ciudad y el Cabo de la Vela, el territorio ancestral de la familia de Mile y por ende de ella, comunidad donde habita actualmente, no fueron un motivo para que la joven no se sintiera más identificada que en Maracaibo.

Aunque sus relaciones familiares se extendían hasta el vecino país, el hecho de haber estudiado en una escuela colombiana había posibilitado que ella adquiriera una identidad de colombiana y al llegar a Maracaibo, sintió que desconocía la cultura de ese país y no descubrió puntos de encuentro con los venezolanos no Wayúu. Por el contrario, cuando llegó a estudiar a Bogotá conoció nuevos amigos con quienes se identificó y, sobre todo, encontró personas que respetan las culturas de los indígenas y que valoran la existencia de diferentes formas de vivir, convivir y existir en Colombia.

Increíblemente, tuvo que pasar mucho tiempo para que Mile pudiera legalizar su ciudadanía en Colombia. Para realizar sus estudios en Bogotá se vio forzada a pagar durante un tiempo no despreciable una visa de extranjería en el país donde había vivido toda su vida. A pesar de que constitucionalmente está permitido tener doble ciudadanía, los requisitos que le exigían eran demasiado complicados, entre ellos demostrar el tiempo que había vivido en Colombia y entonces fue acusada de haber vivido como ilegal sus 18 años de vida. Teniendo en cuenta que muchos Wayúu que habitan en el territorio colombiano de la zona fronteriza se encuentran en una situación semejante, habría que preguntarse hasta donde se los puede asociar con la ilegalidad, siendo que por centenares de años han habitado esos territorios.

La experiencia de Mile no es muy común, por cuanto lo normal es que a un “Wayúu venezolano” no le interese tener una cédula colombiana, mientras que a un “Wayúu colombiano” si le importe tener la cédula venezolana, principalmente por dos razones: por un lado como venezolano es más fácil ser recibido en otro país que como colombiano; por otro lado, una cédula venezolana de cierta forma posibilita el acceso a la salud, la educación, la alimentación y el trabajo y en términos reales la cédula colombiana no garantiza nada, por lo menos en este territorio de frontera.

La solución que finalmente encontraron, después de golpear muchas puertas, fue que su madre renunciara a su nacionalidad venezolana, ante el consulado de Colombia en Maracaibo, para presentar a su hija Mile como legítima colombiana, quien finalmente pudo dejar de estudiar como extranjera, para hacerlo como ciudadana de este país.

El respeto que Mile encontró en Bogotá por las culturas indígenas y el rechazo que sintió en Maracaibo tiene una explicación que radica en las diferencias entre Colombia y Venezuela. La población venezolana, incluyendo los indígenas, ha tenido unas condiciones más favorables, y en cierto sentido no hay organizaciones que planteen un proyecto de vida para los pueblos indígenas, a diferencia de Colombia, en donde las organizaciones han tenido que luchar mucho más fuerte y esto ha dado como resultado unos planteamientos muy importantes en torno al plan de vida de estos pueblos. Paradójicamente, y como parte de unas conquista de los pueblos indígenas, esto ha causado que en los últimos años en Colombia haya una mayor cultura de respeto hacia los indígenas que en Venezuela, donde ha imperado la exclusión y la no valoración de las culturas étnicas.

En la zona fronteriza, en el territorio venezolano, la infraestructura en todos los aspectos supera con creces la infraestructura colombiana. Los habitantes de aquel país han tenido mayor acceso a la educación, la salud, el agua, etc. Por el contrario, en Colombia la ausencia del Estado en todos los campos ha tenido a los habitantes fronterizos dependiendo de las relaciones comerciales con Venezuela. Y en esto hay una reflexión interesante. La frontera ha garantizado la vida de los Wayúu, es decir, sin este intercambio que tiene que ver permanentemente con el contrabando, la supervivencia de los habitantes de la península de La Guajira en Colombia no hubiera sido posible.

En la frontera hay puestos de control venezolanos, pues el gobierno de ese país realiza una intervención rigurosa en la entrada. En Colombia las autoridades fronterizas no imponen demasiados controles y la entrada es más fácil. A nivel comercial las relaciones de los habitantes venezolanos y colombianos son buenas, en el sentido de que pueden estar limitadas a ello. A Maicao llegan todos los tipos de mercancías y gasolina, allí el control por parte de la administración colombiana es débil.

Mile nos explica que por tradición los Wayúu se han desarrollado como personas hábiles para el intercambio y el trueque, por lo cual son quienes asumen el comercio entre Venezuela y Colombia, entre otras cosas porque como “dueños” del territorio son quienes transitan libremente por él y se ocupan de todo el proceso que implica garantizar la entrada de las mercancías. Como sea, son los Wayúu quienes ponen las mercancías en Maicao, en donde son comercializadas por guajiros, árabes o blancos (el resto de la población generalmente, de zonas del interior del país). También ingresan mercancías a Venezuela, que provienen del puerto de Portete (en Colombia) y aunque la entrada es más “dura”, mediante sobornos y peleas se hace realidad. En fin, el contrabando es una realidad y muy seguramente no va a dejar de existir por las restricciones aduaneras. Es decir, --concluye ella-- el libre comercio hace parte de su cultura.

Aunque históricamente los Wayúu en el territorio colombiano, a diferencia de otros grupos étnicos, habían estado al margen del conflicto armado, hasta donde es posible, en el periodo presidencial de Álvaro Uribe Vélez llegaron los paramilitares a la zona perpetrando masacres y dando lugar a un desplazamiento nunca antes visto. Aunque los indígenas no dejan su territorio, la vida está por encima de este principio; los Wayúu se están yendo de sus tierras y no están regresando, esto preocupa al pueblo Wayúu.

A esto se le suma que con el paso del tiempo Maracaibo se ha constituido en una ciudad que ofrece oportunidades y los Wayúu adquieren allá un nivel de vida mejor. Es el centro de diversión de los habitantes de la zona. Además, actualmente el gobierno venezolano de Hugo Chávez Frías ha abierto las puertas al Wayúu, y la imagen de ellos ha mejorado en Maracaibo pues tradicionalmente se los menospreciaba, entre otras cosas porque algunos de ellos llegaban allí por líos con la justicia en Colombia y se había creado un estigma del guajiro colombiano como prófugo. Ahora hay una mayor valoración étnica en ese país.

Finalmente, como la especialidad de Mile es la educación no podía dejar de contarnos que con respecto a este tema, en el territorio fronterizo, Venezuela ofrece a los “pelaos” (término muy común en la región usado para referirse a los jóvenes o niños) incentivos para el estudio, les dan bonos, hay infraestructura etc. Debido a que por razones culturales la educación “tradicional” en la cultura Wayúu no está prevista, es decir, el sistema de ellos no tiene contemplado que los niños asistan a una institución educativa, sino que su aprendizaje es por la tradición y la interacción, hay que incentivar a los estudiantes para que asistan a las clases, lo que por supuesto no ocurre en territorio colombiano. Esto hace parte de las diferencias entre las condiciones de los habitantes fronterizos de uno y otro país.

Con una profunda mirada de ojos negros, característica de la raza Wayúu, Mile concluyó diciendo: “cuando uno cruza la frontera hacia Venezuela, así esté en el mismo paisaje, en el mismo lugar, siente la diferencia, siente que está en otro país, por ejemplo, a ese lado de la frontera hay agua. A este lado, en Colombia no”.

Habría mucho más que contar sobre la frontera y los Wayúu, pero teniendo una limitación de espacio o tiempo, por ahora queda dicho que las diferencias profundas entre estos dos países se hacen reales en la frontera, cuando sus habitantes se enfrentan en la vida diaria a los resultados de las historias de dos naciones, que para el caso se cruzan con la historia de una cultura centenaria como es la de los Wayúu.

Bogotá, D.C. septiembre de 2005

Fuente:

Entrevista a Mileidi Polanco.

Tomado de: http://base.d-p-h.info/es/fiches/dph/fiche-dph-7124.html


* Esta ficha fue realizada en el marco del desarrollo de la alianza metodológica ESPIRAL, Escritores Públicos para la Integración Regional en América Latina.

 
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